Las humanidades y la tecnología. ¿Contrarios o complementarios?
31 Ago 2021
Desde VASS solemos hablar a menudo de la importancia del talento o de las barreras al desarrollo tecnológico que pueden crearse por la falta de éste. Sin embargo, es muy importante entender que este enfoque no se basa solo en el conocimiento tecnológico o la cantidad de personas que estudien carreras STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics). Si bien es cierto que carreras como la informática tienen una empleabilidad del 100% y su oferta de plazas apenas aumenta, este tipo de formación no es la única que interesa dentro de las compañías. El éxito está en la combinación de capacidades, desde las más técnicas hasta las humanidades o las habilidades sociales.
Comprender las necesidades más allá de los requerimientos técnicos
A la hora de desarrollar grandes proyectos para las compañías o incluso productos y servicios para el consumidor final, muchas veces el departamento técnico se centra más en cómo llevar a cabo el desarrollo de una tecnología tan compleja, sin pararse a pensar en si es realmente necesario, si los requerimientos con los que se está trabajando pueden mejorarse o adaptarse de una manera mejor para el uso que se le quiere dar.
Por esto son muy importantes las habilidades sociales más allá de los conocimientos técnicos, pues permiten entender las necesidades de los clientes y proponer soluciones diferentes. La experiencia en el mundo real y el conocimiento profundo del contexto y la situación serán en este sentido básicos para lograrlo.
Si observamos esto desde un punto de vista práctico, desde la posición de una consultoría tecnológica, observamos cómo las compañías no siempre saben expresar sus necesidades. Por eso la comunicación es tan importante para alcanzar los mejores resultados. Como decía Eric Berridge en una de sus charlas Ted: “Mientras que las ciencias nos enseñan cómo construir cosas, son las humanidades las que nos enseñan qué construir y por qué construirlo”.
De hecho, el mismísimo Steve Jobs defendía la idea de que, aunque amaba la electrónica él era de letras, combinando ambas para, a pesar de no tener ningún título universitario, convertirse en una de las personas más importantes del mundo: el creador de Apple. Aunque este producto tiene mucho de buena tecnología, es su filosofía, creatividad y diferenciación lo que lo hace único, por lo que es aquí donde comprendemos que no se trata del mejor procesador, sino de un conjunto de características que llevan la marca o el producto a la cima.
El éxito del trabajo en equipo
Además de esta vertiente centrada en las habilidades más sociales, la creatividad o la comunicación, existen otro tipo de características que marcan la diferencia entre los empleados, directores o creadores: las soft skills. El mundo de la tecnología es un universo que se encuentra en constante cambio, y es por esto que la digitalización dentro de las compañías hace necesarias capacidades como la flexibilidad para enfrentarse a los cambios, la búsqueda del aprendizaje constante o la reinvención. Las mentes abiertas son imprescindibles para la innovación y el cambio en medio de un entorno dominado por metodologías agile y una transformación continua.
Además, la comunicación o la empatía también serán clave en la gestión de los equipos, para lograr que todos caminen en la misma dirección, colaboren y se ayuden, creando sinergias entre personas, departamentos o proyectos. No son raras las ocasiones en las que una tecnología ya se ha desarrollado para otro cliente o caso de uso y no es necesario comenzar desde cero, pero para aprovechar este tipo de ocasiones es imprescindible una buena fluidez de la comunicación y una actitud de ayuda entre compañeros.
Nuevos perfiles dentro de las compañías tecnológicas
Teniendo en cuenta todo lo anterior, cada vez son más las compañías que apuestan por incorporar en sus compañías perfiles híbridos, sin formación técnica avanzada pero con otras habilidades útiles dentro de los equipos. Estas personas pueden ser formadas en el interior de las empresas, pues cada vez existen más herramientas que permiten crear aplicaciones sin grandes conocimientos sobre programación. Además, cada vez hay una mayor proliferación de formaciones menos regladas, alejadas de las tradicionales carreras, como los Bootcamps, que permiten adquirir los conocimientos tecnológicos básicos de una manera intensiva.
No queremos decir con esto que no sea importante contar con perfiles especializados, con amplios conocimientos tecnológicos, que son por supuesto necesarios para el desarrollo de tecnologías avanzadas. Pero los dos tipos de perfiles pueden aprender mutuamente y crear una cadena de retroalimentación, convirtiéndose en profesionales más completos y valiosos.
La unión de disciplinas dentro del equipo
Si nos paramos a analizarlo, las humanidades nos ayudan a entender nuestro contexto, a pensar críticamente y afrontar problemas como la ética (que tanto puede afectar a tecnologías como la Inteligencia Artificial). Mientras que la ciencia y la tecnología siguen una estructura clara, este otro tipo de conocimiento es desestructurado, como la vida real, en la que no todo es perfecto ni exacto. Nos ayuda a persuadir, nos da un lenguaje en el que se basa nuestra comunicación y nuestra naturaleza. El futuro necesitará de ingenieros que construyan puentes, arquitectos que aseguren la estabilidad de nuestros edificios, programadores que logren que la tecnología simplifique nuestras vidas. Pero no podemos pensar que con esto basta, que este tipo de disciplinas son superiores. Esto sería una locura.
Cada persona puede tener mayor facilidad para unos u otros trabajos o mayor gusto por unas u otras disciplinas. El éxito empresarial se basará en encontrar a esas personas brillantes en su categoría y entender cómo pueden contribuir al negocio, cómo deben de combinarse para crear nuevos productos y experiencias que cubran necesidades reales y cómo pueden impulsarse esas sinergias entre las habilidades y conocimientos de cada trabajador. El éxito necesita diversidad: líderes, seguidores, ciencias, letras, ingenieros, publicistas, personas extrovertidas e introvertidas, creativos, perfeccionistas… No existe el trabajador perfecto: existe el equipo perfecto.